El gestor de cartera Daniel Graña explica cómo las empresas de los mercados emergentes (ME) están adoptando la innovación, la desglobalización y la descarbonización para posicionarse de cara al crecimiento futuro.
La volatilidad de los mercados debida a la inflación, el endurecimiento monetario y la crisis bancaria regional estadounidense ha desviado la atención de algunos inversores de los mercados emergentes (ME). Aunque es comprensible, la atención del mercado a estos acontecimientos ha ocultado, al menos temporalmente, las poderosas tendencias que están reconfigurando el panorama de la renta variable de los mercados emergentes. Mucho más que la convergencia económica histórica y las historias de externalización, creemos que las fuerzas detrás de la prosperidad futura de los mercados emergentes y el crecimiento de los beneficios estarán cada vez más impulsados por los temas de la innovación, la desglobalización y la descarbonización.
Para los inversores con una visión a más largo plazo, creemos que la volatilidad actual ofrece una oportunidad para comprender mejor -y quizás aumentar la exposición a- estos motores ascendentes del crecimiento de los mercados emergentes. Y aunque la incertidumbre económica y del mercado puede hacer que parezca un momento inoportuno para considerar las acciones de los mercados emergentes, creemos que merece la pena destacar que la elevada inflación, una respuesta política chapucera y las tensiones en el sector bancario emanan de las economías avanzadas del mundo. Por el contrario, la experiencia ha obligado a los gestores de empresas y a los responsables políticos de los mercados emergentes a permitir tolerancias mucho más estrechas a la hora de enfrentarse a estos problemas.
Innovando hacia el futuro
Los inversores saben desde hace tiempo que los países emergentes anhelan ascender en la cadena de valor para hacerse con una mayor parte de los beneficios de los productos acabados. Lo que quizá sea nuevo es el grado en que los empresarios de los mercados emergentes están aprovechando la innovación para hacer frente a las fricciones específicas de estos países.
Estos innovadores se apresuran a desarrollar tecnologías y modelos de negocio para hacer frente a una serie de barreras que durante mucho tiempo han sofocado el progreso social y económico en estas regiones. Los principales son la proporción de la población que carece de servicios bancarios o está insuficientemente bancarizada y las lagunas existentes en los sistemas de prestación de asistencia sanitaria. Por ejemplo, en los mercados emergentes, las empresas innovadoras están combinando la tecnología financiera (fintech) y el comercio electrónico para ofrecer a los clientes un mayor acceso tanto a los bienes como a los métodos para pagarlos.
Un ámbito en el que se ha dado prioridad a la innovación es el impulso hacia la descarbonización, especialmente por parte de China. El país está motivado no sólo por lo que percibe como la vulnerabilidad estratégica de depender de las importaciones de hidrocarburos para alimentar su base industrial, sino también desde una perspectiva comercial, ya que se ha posicionado como un actor fundamental en tecnologías alternativas como la solar y las baterías.
En una línea similar, Arabia Saudí ha puesto en marcha su ambicioso programa Visión 2030 con los objetivos complementarios de disminuir su dependencia de los hidrocarburos y desbloquear las capacidades productivas del país, lo que incluye aumentar el papel de la mujer en la población activa. La proporción de trabajadoras en la población activa del país ha aumentado hasta el 34%, superando ya el objetivo fijado en Visión 2030. Al reconfigurar la composición de la economía del país -orientándola más hacia industrias innovadoras y de valor añadido, así como hacia el consumo- y reescribiendo esencialmente el contrato social entre el Estado y sus ciudadanos, los dirigentes saudíes intentan diversificar las palancas del crecimiento económico en un mundo menos dependiente del petróleo y el gas.
Como casi todas las innovaciones, estas iniciativas requerirán una inversión considerable. En el caso de los países emergentes que no disponen de grandes reservas de efectivo, gran parte de esta financiación procederá de inversores de los mercados desarrollados. Sin embargo, a diferencia de las anteriores oleadas de flujos de inversión hacia los mercados emergentes, en nuestra opinión, es probable que una mayor proporción de los beneficios proceda de la actividad comercial dentro de los mercados emergentes y de empresas regionales cada vez más sofisticadas.
Cambio de rumbo
Espoleada por la geopolítica y el deseo de seguridad en la cadena de suministro, la tendencia de varias décadas de globalización se está invirtiendo. En lugar de dirigirse a la fuente de mano de obra más barata, la producción se definirá cada vez más por la deslocalización cercana y la deslocalización amiga. Esto es intrínsecamente inflacionista. Pero aunque existen riesgos, también hay oportunidades para los inversores, ya que las cadenas de suministro deben reconfigurarse. A medida que las multinacionales intentan reducir su dependencia de China, países como Vietnam, India, México e Indonesia pueden salir beneficiados.
China seguirá siendo un componente importante del universo de renta variable de los mercados emergentes. Es probable que muchas de sus industrias se beneficien de la desvinculación, ya que tratan de reducir su exposición a fuerzas externas. Este razonamiento subyace en el modelo de doble circulación del país, que implica generar más crecimiento a partir de fuentes internas y, al mismo tiempo, seguir suministrando productos manufacturados al resto del mundo.
Al considerar la exposición a China, los inversores deben comprender cómo ha evolucionado la actitud del gobierno hacia el sector privado y sus objetivos. Cada vez más, el gobierno central espera que la actividad comercial esté alineada con los objetivos del partido de prosperidad común, innovación y descarbonización. Por ello, creemos que los inversores deben incorporar una perspectiva de gobernanza para determinar si las iniciativas comerciales en China están en consonancia con las del Gobierno central.
El juego a largo plazo
Con la ralentización de la economía mundial y la volatilidad de los mercados de renta variable, cabría esperar que las clases de activos de mayor riesgo, como las acciones de los mercados emergentes, se vieran sometidas a presión. Y aunque este año han ido a la zaga del mercado en general, la debilidad no ha sido tan aguda como muchos esperaban. En nuestra opinión, esto se debe a que la comunidad inversora en general es cada vez más consciente de los cambiantes factores que impulsan el crecimiento de los mercados emergentes. Consideramos que estos motores son de naturaleza secular y, como demuestra la innovación, están cada vez más impulsados por empresarios que buscan soluciones comerciales a los retos locales.
Inevitablemente, el crecimiento de los mercados emergentes seguirá viéndose influido por el ciclo económico mundial. Pero a medio plazo, esperamos que disminuya el grado en que los factores macroeconómicos influyen en el crecimiento económico y de los beneficios de los mercados emergentes. A medida que se desarrolle esta evolución, esperamos que los flujos de inversión se vuelvan menos cautelosos con respecto a lo que históricamente se ha considerado un segmento más arriesgado de los mercados mundiales de renta variable.
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