jueves, abril 20, 2023

Caso práctico sobre los papeles de trabajo en una auditoría

 En un proceso de auditoría el encargado debe dejar evidencia de todos los análisis realizados en unos documentos denominados papeles de trabajo, de acuerdo con la Norma Internacional de Auditoría 230 –NIA 230–. Estos archivos deben estar organizados y conectados entre sí para una completa comprensión.


La auditoría es un proceso realizado por los contadores públicos para verificar la contabilidad de una entidad y si esta cumple con los Estándares Internacionales.

En esta labor existen diferentes tipos de encargos, uno de ellos corresponde a los estados financieros. Esta auditoría financiera tiene como objetivo principal examinar y evaluar los informes financieros para establecer la razonabilidad y el resultado de las operaciones de la entidad. Al realizarse una auditoría financiera se da confianza a los socios y a las partes interesadas sobre la situación de la entidad.

Los contadores públicos deben realizar este proceso según los parámetros de los Estándares Internacionales –Normas Internacionales de Auditoría–. Por ejemplo, en los encargos de auditoría el encargado debe dejar evidencia de todo el trabajo realizado en los llamados papeles de trabajo, de acuerdo con la Norma Internacional de Auditoría 230 –NIA 230–. Esto corresponde a la documentación de auditoría, que contiene información acerca de los procedimientos que se aplicaron en el proceso, la evidencia relevante obtenida y las conclusiones del auditor.

Estos papeles de trabajo están conformados por la cédula sumaria, que contiene los saldos y cifras de forma global, y las cédulas analíticas, donde se encuentra el desglose con información detallada de cada una de las cuentas de la cédula sumaria. Por esta razón, esta documentación debe estar organizada y conectada entre sí para un completo entendimiento por parte del equipo de trabajo y los miembros de la entidad evaluada.

Mejora la regulación financiera española en 2023

 La fintech Unibo prevé que la nueva regulación de startups acelere el desarrollo del sector y la inyección de financiación en los emprendimientos financieros.


En el sector financiero de Europa, si 2022 estuvo marcado por los avances en el marco de Basilea III, con las primeras pruebas de estrés climático de la banca europea, este año se presenta como un ejercicio clave en materia de regulación para las fintech. El marco regulatorio de los criptoactivos y el euro digital serán dos de los grandes temas que marquen la agenda en los próximos meses, pero será el sector fintech el que seguramente acapare las miradas.

La entrada de empresas tecnológicas, denominadas fintech, al sector financiero ha disparado cambios en el marco de regulación y supervisión, como la entrada en vigor de nuevas normativas como la nueva Ley de Startups y la Ley de Mercados Digitales que se unen a la Ley Fintech, en vigor desde diciembre 2020.

“La creación y mejora de un marco regulatorio mucho más desarrollado en el sector fintech, lejos de suponer una amenaza para las startups que formamos parte de él, debe convertirse en un sello de garantía para aquellas empresas que estamos haciendo un buen trabajo para el conjunto de la sociedad”, explicó Pedro García, CEO y cofundador de Unibo, neobanco creado específicamente para los profesionales inmobiliarios. Por el contrario, “el aspecto que presentaría un mayor reto es que la creación de este nuevo marco regulatorio no suponga una desaceleración sobre la innovación y la mejora continua del producto y el servicio tecnológico, que es la esencia del sector”, señaló.

Este nuevo marco regulatorio, convierte a España en pionera en la aplicación de legislación específica para startups y empresas emergentes, y se resume en dos vías: la agilidad administrativa y los beneficios fiscales para los individuos que formen parte del sector, como fundadores de empresas, empleados e inversores particulares externos.

Respecto a mejorar la agilidad administrativa, la nueva Ley de Startups propone: La creación de una ventanilla única para la certificación de startups; la ampliación del visado inicial de residencia para emprendedores extranjeros de uno a tres años; el alta de la Seguridad Social únicamente con el pasaporte; la facilidad de expedición del NIE, tanto de forma telemática como presencial; y la creación de un nuevo visado para nómadas digitales.

En cuanto a la mejora en beneficios fiscales, la ley aplica un conjunto de medidas para: la mejora en el tratamiento fiscal de las stock options para empleados internos; la ampliación de tres a cinco años el tiempo en el que se considera que una empresa es de reciente creación; la tributación por el impuesto sobre la renta de no residentes o IRNR (en vez del impuesto sobre la renta de las personas físicas o IRPF) durante los cinco primeros años para profesionales extranjeros; y la reducción de trámites burocráticos para inversores extranjeros, que únicamente deberán presentar el número de identificación fiscal (NIF) a la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) de España.

Para Pedro García, todo el paquete de medidas de la nueva Ley de Startups, unido al marco regulatorio establecido por la Ley Fintech, puede suponer una importante aceleración en el desarrollo del sector fintech en España. “El sector fintech es el primero en el que coexistirán una ley general aplicable a las startups y una ley específicamente creada para el propio sector. Esta combinación aumenta la estabilidad y la seguridad de entrada para nuevas empresas e inversores externos y, como consecuencia de esta cadena, se producirá un desarrollo exponencial en el sector. Esto es un hito que el propio mercado necesitaba para crear un entorno seguro y confiable”, resaltó.

Más allá de la regulación financiera, el 2023 será clave para la implementación de la nueva regulación europea de Mercados Digitales, cuyo objetivo es asegurar condiciones de competencia más justas con las grandes plataformas digitales. “La aplicación de nuevas medidas legislativas en el entorno digital siempre se dirige hacia la protección del usuario y la estabilidad del mercado, y la Ley de Mercados Digitales (LMD) es un ejemplo de ello. Era necesaria la entrada de un organismo de la magnitud de la Unión Europea en un ámbito con tanta incertidumbre como lo es el entorno digital. En este sentido, la Ley de Mercados Digitales asegurará el cumplimiento de ‘buenas conductas’ de las grandes plataformas con los usuarios digitales”, subrayó el CEO y cofundador de Unibo.