El crecimiento en la digitalización de los servicios financieros latinoamericanos depende, en mucha medida, de que los reguladores avancen en garantizar mecanismos de protección de datos, reglas de juego y normalización de servicios fintech.
En comparación con mercados más digitalizados como los países europeos y asiáticos, donde una persona puede salir apenas con su teléfono celular, en Latinoamérica aún se usa muchísimo el dinero en efectivo, con todos los riegos que esto implica: desde pérdidas hasta cuestiones de seguridad. La creciente y acelerada digitalización de los servicios financieros en la región nos hace soñar con un futuro en el cual podamos tener al alcance de nuestro smartphone todos los servicios financieros, desde los más transaccionales a los más puntuales.
¿Cómo se cierra esa brecha? Más allá de la importante acción que están llevando a cabo en ese sentido tanto las fintech como las entidades bancarias tradicionales, hay otro jugador clave para acelerar la digitalización de los servicios financieros en nuestra región: los reguladores.
El caso Pix y su efecto multiplicador
Cuando imponen el uso de medios de pago novedosos y garantizan que lleguen de manera equitativa, segura y accesible a toda la población, el desarrollo se multiplica. Tal vez el caso de éxito más resonante en la región de cómo un regulador puede impulsar la inclusión financiera es el de Pix, en Brasil. Se trata de un sistema de pago instantáneo lanzado en noviembre de 2020 por la autoridad bancaria de ese país. En apenas dos años, según datos del propio Banco Central de Brasil, hubo 64 millones de personas que realizaron su primera transacción financiera electrónica con este sistema. Esto significa que más del 30% de la población total brasileña logró insertarse en el mundo financiero gracias a esta herramienta.
Incluso, el Banco Central de Brasil empieza, aún de una manera muy incipiente, la defensa del desarrollo de un sistema “Pix Regional” como una alternativa para la integración del bloque económico regional sin la necesidad de adoptar una moneda única.
Pero el efecto multiplicador comenzó su marcha: el regulador colombiano ya anunció sus intenciones de replicar Pix en ese país y está avanzando en acuerdos con el Banco Central de Brasil. Mientras tanto, otros países están delineando estrategias para fomentar el uso de las finanzas digitales. Perú, por ejemplo, emitió en noviembre pasado una circular que obliga a que todas las billeteras virtuales y sistemas de pagos móviles del país sean interoperables entre sí.
La oportunidad del open banking
Otra vía para la inclusión financiera que puede ser fomentada por los reguladores está vinculada al mundo del “open banking”. Este modelo permite que entidades no financieras comiencen a prestar servicios financieros y puedan llegar así a grupos sociales a los que los bancos les cuesta acceder.
Los ritmos de avance en este tema varían de país en país. Brasil y México ya están en proceso de implementación, mientras que Chile y Colombia lanzaron normativas que aún no han entrado en vigor. El resto de los países están trabajando en sus normativas de la mano de las entidades financieras. Tras años de incertidumbre, podríamos afirmar que “open banking” se trata de una realidad en la región, por lo que las entidades financieras deberían comenzar a prepararse para esta nueva etapa y no esperar a estar bajo presión con el deadline que imponga la regulación.
De la mano con la banca abierta, muchas entidades financieras y tecnológicas han desarrollado un modelo de negocio que consiste en prestar servicios de operativa y tecnología bancaria. Conocido como “banking as a service”, este nuevo modelo de negocio tiene un impacto positivo en la inclusión financiera ya que permite acceder a operativa y tecnología bancaria a un costo menor, reduciendo el punto de equilibrio para determinados segmentos.
Hacia los pagos transfronterizos
En simultáneo, los reguladores latinoamericanos –que tienen la mira puesta en las mejores prácticas y en las normativas exitosas de otras geografías, particularmente Europa– deben continuar con el foco en garantizar los mecanismos de protección de datos, las reglas del juego para las emergentes CBDC (siglas en inglés de “monedas digitales de bancos centrales”) y hasta la normalización de los servicios que prestan las fintech. La existencia de mercados robustos, seguros, confiables y regulados también es fundamental para la inclusión financiera.
En el futuro, uno de los nortes que podría generar un enorme dinamismo económico y mejorar el desarrollo de la región es todo lo vinculado a los pagos transfronterizos (crossborder payments), un desafío que recién está dando sus primeros pasos en términos normativos.
La gran noticia es que las empresas están ansiosas por utilizar soluciones digitales en todos los órdenes de su vida, incluyendo las finanzas. Ese es el vector de aceleración más saludable hacia una verdadera inclusión financiera en la región. En este contexto, los organismos reguladores latinoamericanos están ante la oportunidad única de acompañar positivamente la tendencia.
Sobre el autor: Luis Olmedo de Cáceres es director regional de Valor Estratégico – Banca en NTT DATA. Anteriormente tuvo un puesto similar en everis, y trabajó en KPMG y Grupo Santander Aquanima. Es administrador de empresas por la Universidad Autónoma de Guadalajara, con maestría en Negocios Digitales por ESADE y un diplomado en Innovación Digital por la Leavey School of Business de la Universidad Santa Clara. Tiene más de 10 años de experiencia en temas de negocios y estrategia.