La emergencia sanitaria redujo el acceso y uso de los productos de depósito de las empresas. La penetración del crédito todavía resulta muy baja.
La proporción de firmas que tenían por lo menos un producto financiero activo cayó del 61,3% al 57,8%, una reducción de 3,5 p.p.
Los sucesos derivados de la pandemia generada por el Covid-19 contribuyeron, en gran parte, a que la economía colombiana afrontara su peor desempeño histórico en 2020.
En efecto, el PIB real se contrajo un 6,8 % durante este periodo. Además, se produjo un debilitamiento en la capacidad adquisitiva de los hogares debido al aumento en la tasa de desempleo que cerró el año en 13,4 %, 3,7 puntos porcentuales (p.p) más que en 2019.
Al entender la necesidad de evaluar los efectos que esta coyuntura tuvo sobre la dinámica de acceso a productos de depósito y crédito de las empresas colombianas, el equipo de análisis económico de Banca de las Oportunidades, con la colaboración de Confecámaras, presentó recientemente el reporte “Inclusión financiera empresarial en Colombia 2019-2020”.
En este documento se utilizó la información del Registro Único Empresarial y Social de Confecámaras (RUES), que se cruzó con los datos de tenencia de productos financieros de la central de información TransUnion. El análisis permitió calcular datos diferenciados por tamaño, actividad económica y antigüedad de firmas que contaban con cierto grado de formalidad. Además, se tuvieron en cuenta solamente las unidades económicas que se encontraban bajo la figura de personas jurídicas.
PRINCIPALES HALLAZGOS
El porcentaje de personas jurídicas que contaba con al menos un producto financiero se ubicó en el 65,1% al finalizar 2020, cifra que fue inferior en 4.0 p.p a la observada un año atrás. Entre tanto, la proporción de firmas que tenían por lo menos un producto financiero activo cayó del 61,3% al 57,8%, una reducción de 3,5 p.p.
Este descenso se explica por la caída que tuvo el acceso y uso de los productos de depósito por parte de las firmas entre 2019 y 2020. Por un lado, la proporción de firmas que tenía un producto de depósito se redujo del 68,7 al 64,8 %, mientras que la que poseía al menos uno activo disminuyó de 60,7% al 57,3%. En cambio, el acceso a productos crediticios se mantuvo prácticamente constante, ubicándose en 30,2%, cifra mayor en 0,1 p.p a la de 2019. Esto último no representa un resultado alentador, ya que indica que cerca del 70% de las empresas jurídicas no accedía el crédito.
Al analizar por tamaño se encontró una brecha significativa en la tenencia de productos financieros entre las empresas grandes y las pequeñas. De hecho, al finalizar 2020 solo el 55,9% de las microempresas tenía al menos un producto financiero y un 17,9% contaba con, por lo menos, un crédito. Dichas cifras, para el caso de las grandes empresas ascendían a más del 80% y 90%, respectivamente.
Con la antigüedad sucedió algo similar, ya que mientras más del 90% de las firmas de más de diez años de funcionamiento contaba con al menos un producto financiero, la cifra para las empresas con menos de dos años de operación fue inferior al 20%. Por último, a nivel de actividades económicas, pesa a que se evidenció un retroceso general en los datos de inclusión financiera, se halló que los indicadores más altos se encontraban en el sector salud, mientras que los peores los mostraba el sector de artes y entretenimiento.
REFLEXIONES FINALES
Monitorear constantemente las necesidades de financiamiento de las empresas colombianas permite generar diagnósticos integrales que contribuyen a afinar estrategias para fomentar el ingreso de estas al sistema financiero formal. Los datos del RUES de Confecámaras mostraron que la pandemia afectó negativamente los niveles de acceso y uso de los productos de depósito. Igualmente, se encontró que existe un reto en materia de profundizar la penetración de los productos de crédito en el grueso del empresariado colombiano.
En complemento de esto, se requiere explorar iniciativas que fomenten la utilización de productos alternativos de financiamiento que se ajusten de forma más adecuada a las necesidades de los microempresarios y de las firmas de menor antigüedad. Por ejemplo, herramientas como el factoring e incluso mecanismos de fondeo colaborativo y de capital semilla podrían contribuir en este frente.
Finalmente, es relevante generar información que permitan capturar la vulnerabilidad financiera que afecta a diferentes grupos de empresarios. Tal información permitiría estimar su capacidad de respuesta ante choques inesperados como los sucedidos recientemente y proponer metodologías para lograr una mitigación efectiva.