Modificar la jornada laboral debe ir de la mano con una reglamentación del trabajo por horas, son dos acciones fundamentales para la reforma que debe ir al Congreso
El Gobierno Nacional no debe dejar pasar este fin de año para radicar en el Congreso de la República dos proyectos de ley que modernicen la estructura laboral y pensional que hoy rige la economía. El primero tiene que ver con facilitar el trabajo por horas, por días o solo por medias semanas, y de paso reducir la semana laboral que hoy está en 48 horas a unas 40 o menos; todo esto para que las empresas de nuevas tecnologías y las economías colaborativas puedan generar puestos de trabajo bien remunerados, pero en tramos laborales que hasta ahora no existen.
En lo que tiene que ver con lo pensional, sería inaudito que se presente alguna suerte de reforma que no considere la edad de pensionarse (actualmente en 57 para las mujeres y 62 para los hombres), un desgaste en términos de favorabilidad y popularidad que el Ejecutivo no quiere darse en estos momentos. La bomba pensional sigue creciendo y aún existen regímenes especiales que están desangrando las arcas nacionales; existen funcionarios, jueces, maestros y militares que se jubilan con beneficios de los que se excluyen al resto de los colombianos. También se debe poner un torniquete a la avalancha de afiliados de los fondos de pensiones privados que se están pasando a Colpensiones, en donde recibirán mejores mesadas al llegar su jubilación. Hay una serie de asimetrías que deben ser oportunamente atendidas por el Congreso y estudiar debidamente la estructura pensional necesaria y más ajustada para el siglo XXI.
En lo que tiene que ver con la reforma laboral, ésta sí es mucho más urgente. El desarrollo de empresas de origen en la economía colaborativa obliga a que el país económico ejecute una reforma que permita el trabajo por horas, por días o por medias semanas, sin que estos pagos sean informales o se les niegue la cotización a la seguridad social. En casi todos los países de la Ocde, una persona puede laborar en varias empresas por horas sin que esto afecte su seguridad social, el aporte a salud o a riesgos profesionales. Modernizar los contratos laborales le permitirá a las empresas basadas en plataformas tecnológicas un trabajo seguro y mejor remunerado, tales como Rappi o Uber, dos de las más notorias.
Modificar la jornada laboral debe ir de la mano de una mejor reglamentación de los horarios laborales y repensar las extensas jornadas de 48 horas a la semana. Es una cuestión básica de ingresos y de bienestar social, no de costos o ingresos (para las empresas o las personas), es un asunto de pensar en cómo las personas pueden tener mejores salarios, jornadas más flexibles y sobre todo participar de las decisiones estructurales sobre cómo, dónde y en qué trabajar. En esta discusión flotarán posiciones sindicales o patronales que serán difíciles de conciliar, pero que a la luz de la realidad del empleo y de las nuevas empresas tendrán que coincidir en el bienestar de todos los actores.
Aunque es cierto que todas estas reformas estructurales deben darse en medio de un ambiente de crecimiento económico, pues en una economía en recesión o creciendo a tasas muy bajas, las situaciones no fluyen. Para poder repartir riqueza hay que respaldar al sector privado que es el motor del desarrollo, no asfixiarlo con reformas revestidas de bienestar, pero sin ingresos para las empresas, que al final de cuentas son las únicas que generan empleo.
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