Se ha hablado tanto de corrupción que en ocasiones el tema, que reviste una gran importancia, suena trillado. Sabemos que existe, es un mal que aqueja al país, pero pocos le damos la importancia que merece porque se cree, que no nos va a tocar.
Por: Mabel Cortés, gerente de procesos en GFA; Carlos Gómez, gerente de riesgos en GFA; Carol Ortiz, gerente de Contabilidad y Felipe Sarmiento, gerente de Auditoría Forense.
Creemos que la corrupción le toca al vecino, al gobierno o que está en las campañas políticas. Incluso existen otras dificultades de la que hablaremos en esta columna, una de ellas relacionada con el factor humano de las empresas. Cuando se propone la generación de mecanismos internos de prevención en las empresas, se empiezan a tocar temas sensibles y surgen mitos, como el de una posible pérdida de confianza interna y se cree erróneamente que implementarlos es una señal de desconfianza hacia los empleados, el negocio, los clientes o socios. Pero en realidad, este es un tema que le puede tocar a cualquier empresa y afectarla profundamente, incluso esa confianza que se ve amenazada por un programa de prevención de corrupción o delitos económicos y financieros.
En la sociedad se generan actos corruptos, en ocasiones, sin saberlo, ya sea en una empresa o desde el punto de vista de personas naturales, empleados. Por ello, es importante abordar la corrupción no solo desde el punto de vista empresarial sino también personal, aplicando una pregunta clave en el día a día, ante diversas situaciones o escenarios: ¿es esto ético?
Creemos que por ello es importante, al implementar este tipo de herramientas o mecanismos o sistemas, empezar a evaluar a las personas que hacen parte de las empresas, para fortalecer o crear lo que se llaman los valores éticos y profesionales y empresariales, que permitan determinar las falencias y dónde se puede empezar a fortalecer habilidades, actitudes, aptitudes y sistemas, que lleven al tratar de evitar la corrupción y el fraude. Es necesario implementar políticas que hagan que se les dé la importancia a las personas, incluso desde la integridad y ética de los profesionales.
Otra dificultad que hemos detectado es que en ocasiones sucede que en las empresas no se implementan los sistemas para prevenir porque la misma gerencia no cree en ellos.
¿Por qué no se previene y detecta a tiempo? hemos detectado que los actos, por ejemplo, de sobornos son ejecutados por personas con un grado jerárquico alto en las empresas, y eso es bien sabido por los CEO, presidentes, juntas. Es sabido que en ocasiones para lograr licitaciones las empresas (no todas) recurren a entregar una serie de tajadas o pagos para lograr algún contrato, por ejemplo; razones por las cuales es posible que el implementar un sistema de prevención en las empresas no resulte favorable.
Por ello, es que se dice recurrentemente que los sistemas anticorrupción deben empezar a ser implementados a nivel de toda la empresa, desde el nivel más alto hasta el más bajo, y que se permita que todos fortalezcan sus valores éticos basado en los valores institucionales.
Es importante, además del aspecto humano, revisar (prevención)los procesos. Este aspecto invita a indagar sobre las posibilidades que existen en una empresa de involucrarse en un proceso de soborno y corrupción y cómo tratar de evitarlo en cada uno de los procesos internos de las compañías. Pero, ¿cómo sé que realmente sé que alguien en la compañía recibió una dádiva o que recibió un regalo de un proveedor así esté en el código de ética? Es muy difícil hacer ese tipo de validaciones, pero de una u otra forma el dejarlo culturizado y empezar a hacer sesiones de trabajo con las empresas genera la apropiación de las medidas en cada miembro de la empresa.
Otro tema que se ha abordado en diversos escenarios es el hecho de que en general exista una apatía por denunciar hechos de fraude, corrupción, soborno, entre otros. Es común escuchar en diversos casos que llegan a GFA, por ejemplo, que en realidad pocas empresas o víctimas defraudadas llevan el proceso hasta el final.
Entre los casos que nos llegan, el común escuchar que la gente le tiene pereza a meterse en un proceso legal por el tiempo o el costo y suelen preferir tomar las decisiones de acuerdo a su situación sin ir más allá, legalmente hablando.
En el caso de las empresas y el soborno el 54 % por ciento de empresarios no cuenta con un canal de denuncia confidencial para los empleados y terceros que deseen denunciar posibles casos, de acuerdo con cifras de la Quinta Encuesta Nacional sobre prácticas contra el soborno en empresas colombianas (2017), realizada por Transparencia por Colombia a 690 empresarios en el país.
Hay que alentar la denuncia, porque de lo contrario el mensaje para el que roba y comete este tipo de delitos es que robar paga, si no hay denuncias o hay sobornos dentro del sistema judicial que impiden la justicia, se genera una pérdida de confianza en la autoridad e institucionalidad, dándole de esta forma vía libre a los corruptos, delincuentes de cuellos blanco, defraudadores, etc.
Un miedo adicional que aqueja a las víctimas de delitos económicos y financieros es la reputación. Verse expuestos a un tema reputacional que podría generar mala imagen es un riesgo que no están dispuestos a correr y uno frente al que tampoco están preparados. Se cree que hay un riesgo muy grande de seguir los procesos porque la imagen de la empresa puede llegar a verse afectada, o porque no se quiere incluir a los empleados en un proceso de estos o a toda la compañía.
Sin embargo, hoy en día la opinión pública valora mucho que la persona o empresa que castigue actos corruptos, de fraude o soborno, y haga algo por proteger la transparencia, la ética y denuncie es más valorado que aquel que se queda callado y permite que estas cosas pasen.
De acuerdo con el Barómetro Global de Corrupción 2016, Transparencia Internacional, se señala que en Colombia, un 65% de los encuestados dice que es aceptable denunciar un caso de corrupción. Aunque todavía falte para que el 100 % decida denunciar así deba pasar un día entero en el tribunal, no es desalentador que un 64% diga que lo haría.
Al final, queremos también trascender la ética y la transparencia desde los actos pequeños, no hablamos solamente de robarle a una empresa o defraudar al estado con los dineros que finalmente son nuestros, sino que se traduce también a aquellos robos pequeños que como seres humanos realizamos sin darnos cuenta: robar tiempo, tranquilidad a otros y a uno mismo… cuando, por ejemplo, hacemos una cita a nivel personal o empresarial y no se cumple por x o y razón, estamos de alguna forma robando y defraudando.
Pero al final podría reducirse a un tema de cultura, de que como ciudadanos interioricemos el concepto de ética y empecemos a aplicarlo en lo pequeño para que pueda traducirse esa transparencia en lo grande.
Un tema de fondo que debe evaluarse con cuidado y es el hecho de que debe trascender la importancia de las medidas de prevención que deciden implementar algunas empresas. Si bien pueden establecer políticas, el fin principal no suele ser la consecución de la transparencia y una postura firme en contra de actos corruptos o de fraude.
Nuestra experiencia nos dice que una gran cantidad de compañías nos pide implementar Sarlaft en el momento en el que van a ir los entes regulatorios a pedirles cuentas. Por lo que finalmente no perciben estos programas como un medio de prevención sino como un requisito para no recibir una sanción.
Por ello, es fundamental realizar seguimientos a los programas para establecer cuantas de esas implementaciones de estos sistemas o mecanismos como el Sarlaft en realidad sí se han configurado con un medio de prevención y preguntarnos ¿será que esos sistemas que han implementado son eficaces o en algún momento sirvieron para prevenir una eventualidad?
Creemos, como conclusión, que es primordial empezar a concientizar y sensibilizar sobre este tema de una forma profunda y reiterada, en diversos campos no solo internamente en las empresas, sino de lleno en la sociedad, para reforzar la ética y transparencia como pilares del actuar de los profesionales y de los ciudadanos.
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