Las causas del fin de las tasas bajas, además del alza de la inflación
El aumento de la tasa de intervención del Emisor también se justifica para no castigar el ahorro.
Emisor prevé que IPC cierre el año en 4,1 %, y analistas subrayan se busca evitar su desborde.
Luego del impacto de la pandemia, que llevó al Banco de la República a reducir de forma considerable su tasa de intervención para facilitar la recuperación de los sectores productivos, y tras casi un año de mantenerla en 1,75 por ciento, contando la decisión de la junta directiva del viernes anterior, el país se alista para que una política monetaria un poco más restrictiva por parte del Emisor, a raíz de las presiones que viene teniendo la inflación, cuya cifra anualizada a junio iba en 3,63 por ciento y en julio llegó a 3,97 por ciento, según el Dane.
Pero, adicionalmente, hay otros elementos en la economía que podrían desajustarse de continuar con un nivel de tasa real (descontando la inflación) que hoy es negativo, y que es preciso corregir para evitar efectos colaterales.
De hecho, en las minutas de la reunión de los codirectores del Emisor, que se conocieron este martes, los codirectores de la entidad reseñaron que la aceleración de la inflación obedeció, primordialmente, a choques de oferta originados en el alza de precios de los alimentos perecederos por las dificultades de abastecimiento en medio de los bloqueos viales, así como producto del retiro parcial de los alivios a las tarifas de servicios públicos y el aumento en el precio de los combustibles.
Y a ello se sumaron factores de origen externo, como el incremento de los precios internacionales de bienes básicos y materias primas y los mayores costos logísticos y de transporte marítimo, que acentuaron la presión sobre el índice de precios al consumidor (IPC), aunque destacaron que la inflación sin alimentos ni regulados continuó en un nivel bajo, de 1,87 por ciento en junio.
Por estos factores, los miembros de la junta directiva coincidieron en que se estaría cerrando el espacio para mantener la magnitud actual del estímulo monetario, dado el comportamiento de la inflación y su posible persistencia, pero también por la consecutiva revisión al alza de los pronósticos de crecimiento.
Por ello, su debate interno giró en torno a las razones que justificarían una decisión inmediata o posterior para iniciar el retiro parcial del estímulo monetario que la economía ha venido recibiendo desde el inicio de la pandemia, es decir, comenzar a subir las tasas desde la próxima sesión o dar un margen de tiempo adicional.Aspectos de fondo
Para Andrés Langebaek Rueda, director ejecutivo de Estudios Económicos del Grupo Bolívar, la principal preocupación que está viendo el Emisor es el crecimiento, ya que si bien todo desemboca en la inflación, el banco tiene otros objetivos, entre ellos que la economía crezca y que no existan desajustes que la afecten.
Y explica que una inflación anual de 3,63 por ciento a junio y una tasa de intervención del 1,75 por ciento quiere decir que la tasa es ‘supernegativa’ en términos reales, y mantenerla no es sensato ni conveniente, no solo porque puede haber un crecimiento demasiado grande en el PIB y en la demanda que termine por generar alzas más fuertes en los precios, sino porque hay otros desbalances que se dan cuando las tasas de interés son muy bajas.
Por ejemplo, el ahorro recibe una remuneración muy baja y esos bajos intereses castigan la rentabilidad, que en el caso pensional puede generar bajos rendimientos para los afiliados, y en los fondos privados las personas tendrían que ahorrar más tiempo para tener la misma pensión, dado que su plata rentaría menos.
El analista señala también que si bien estas tasas muy bajas pueden favorecer a quienes quieren tomar deuda, la tarea del Banco de la República es que exista un punto de equilibrio entre unos y otros.
Y comparte la tesis de que es muy probable que este año ya no se cumpla la meta de inflación, cuyo rango meta es del 2 al 4 por ciento, porque en octubre se podría llegar al 3,9 por ciento anual, en noviembre al 4,1 por ciento y el año cerraría en 4,2 por ciento, según las proyecciones del Grupo Bolívar.
De hecho, en su informe semestral al Congreso, el equipo técnico del Banco de la República ahora pronostica que la inflación finalizará el año en 4,1 por ciento, fuera del rango meta, y ratifica que se prevé que su junta directiva aumentará la tasa de intervención en los próximos meses e, incluso, según el documento, el pronóstico de trayectoria de la tasa de intervención estimado por sus codirectores es más alto que el visto por los analistas encuestados en julio.
“El banco dice que si bien la inflación no la vamos a cumplir este año muy probablemente, su escenario central es que va a volver a entrar a encajar en el rango meta, pero existe un riesgo de que no y por eso es mejor evitar un riesgo de desborde”, explica Langebaek.
Juan David Ballén, director de Análisis y Estrategia de la comisionista Casa de Bolsa, manifiesta que sus estimaciones apuntan a que el año cierre con una tasa de intervención del 2,25 por ciento, para dos incrementos antes de acabar el año, uno en octubre y otro en diciembre.
Pero señala que este ciclo de incremento de tasas de interés muy seguramente será más lento de lo esperado. Esto porque si bien la tasa neutral en Colombia está alrededor del 4,25 por ciento, la economía sigue en fase de recuperación y crece por debajo de su potencial, al tiempo que en 2022 será más complejo mantener el ritmo de avance que se logre en 2021 frente al bache de 2020.
Dólar y materias primas presionan
Según Andrés Langebaek, director ejecutivo de Estudios Económicos del Grupo Bolívar, el aumento de tasas para evitar que la inflación se desborde el próximo año será gradual porque se prevé un año 2022 flojo, ya que el aumento en el dólar que se ha visto este año va a encarecer los bienes importados, generando presiones sobre los precios al consumidor y una menor inversión.
Y explica que a esto se une que los valores de las materias primas a nivel internacional están subiendo mucho, por la reactivación, y eso en la práctica genera presiones adicionales en el índice de precios al consumidor, que hacen que el Banco de la República esté un poco preocupado.
Según el analista, a nivel mundial, este año, hasta agosto, los precios del aceite de palma han subido 96 por ciento; los del maíz, un 65 por ciento; los del azúcar, un 38 por ciento, en tanto que los del trigo han repuntado 14 por ciento, y no es seguro que sus costos se moderen durante el 2022.