La situación generada por la alta inflación mundial podría estar acompañada por una desaceleración.
Las altas tasas de interés revelan dos caras que están comenzando a hacer sentir efectos positivos y negativos y que estarán vigentes en el mediano plazo pero que podrían estar acompañados de una desaceleración.
El fuerte aumento de la inflación mundial hizo que los bancos centrales subieran las tasas, con impactos negativos para la economía y los hogares.
Pero de acuerdo con Germán Cristancho, gerente de Investigaciones Económicas y Estrategia de Davivienda Corredores, esta situación debe ser analizada desde, por lo menos, dos de las caras que tienen las tasas de interés: la del inversionista que puede obtener altas rentabilidades para su capital, pero también desde la de la economía y los hogares que tendrán una mayor carga financiera que impactará su consumo.
De acuerdo con el analista de la firma comisionista, en un entorno normal, la solución adecuada a los altos precios sería la de aumentar la inversión y lograr mayor oferta de bienes y servicios, lo que se traduciría en precios más competitivos.
“No obstante, este no es ese momento. La pandemia y los desarrollos geopolíticos globales han cambiado algunas reglas de juego y han impulsado una relocalización de las cadenas de producción. Tal es el caso del iPhone 14, que fue lanzado al mercado hace pocos días, pero para el cual su lugar de fabricación no será China sino India”, asegura.
De otra parte, durante los primeros días de septiembre, varios bancos centrales han continuado su tarea de encarecer el dinero. Europa subió su tasa 75 puntos básicos a 1,25%, Chile incrementó su tasa de interés en 100 puntos básicos, llevándola a 10,75%, un nivel no observado desde finales de los años 90 y, algo similar ocurrió en Perú, dónde el banco central subió la tasa hasta 6,75%, el mayor desde el 2001.
Las alzas son una muestra de lo que ha venido ocurriendo con las condiciones financieras a nivel global y a los que, hacia finales del mes, se sumarán las decisiones de la Reserva Federal en Estados Unidos y del Banco de la República, que muy probablemente aumentarán su tasa en 75 y 100 puntos básicos, dice.
Una cara de todo esto es la del inversionista. Probablemente, hacia finales de este año, las tasas de rentabilidad para inversiones de renta fija en dólares alcanzarán niveles entre el 4% y el 7%, dependiendo del nivel de riesgo; lo que representa un gran cambio frente a las posibilidades disponibles desde el año 2009 y abre oportunidades interesantes.
Situación en el país
Así mismo, para inversiones en Colombia, los títulos de deuda del gobierno ofrecen tasas de rentabilidad cercanas al 12% e incluso indexadas a la inflación con un diferencial adicional de 5%.
Para Cristancho, aunque la inflación probablemente tardará un tiempo más largo en retornar a la meta de los bancos centrales, este entorno puede representar una ventana de oportunidad bastante atractiva para la próxima década.
Pero la otra cara es la de quien paga este costo, en un momento en el que el consumo ha sido uno de los principales determinantes de la recuperación.
Ahora que los ahorros han bajado, y el uso del crédito gana importancia en la financiación de ese gasto, el mayor costo de financiar la compra de una casa o un vehículo empezará a tener su efecto en la desaceleración que se espera. Para los gobiernos o las empresas, este panorama representa un gran reto en la financiación. Lo que en balance habrá creado una oportunidad para los inversionistas pero probablemente habrá generado presiones a los que necesitaron crédito para crecer, gastar o refinanciar sus obligaciones.
“A consumidores y los gobiernos se les vienen tiempos complicados”, indica Cristancho.
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