Incluso si la OMC sobrevive a las amenazas que la acechan, el intercambio global de mercancías no volvería a ser el mismo.
El FMI ha advertido que los volúmenes de comercio se desaceleraran al 4 por ciento en 2019 desde el 4,2 por ciento este año y un 5,2 por ciento en 2017.
Hace poco más de 20 años, el 30 de noviembre de 1999, tuvo lugar la conocida como Batalla de Seattle, en la que unas 40.000 personas representaron en su máxima expresión el movimiento antiglobalización, la cual pretendía torpedear el desarrollo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que Estados Unidos y muchos otros países habían creado tan solo cuatro años antes.
Ese día en la ciudad del noroeste de Estados Unidos se celebraba la Tercera Conferencia Ministerial, el máximo órgano de decisión de la organización que, desde entonces, ha servido como juez y árbitro del comercio internacional. Ahora, de manera muy distinta al protagonismo que tuvo el gobierno de Bill Clinton para el nacimiento y promoción de la OMC, la administración de Donald Trump parece resuelta a certificar la hora de su muerte y cambiar para siempre el sistema tal como lo conocemos.
Y es que este organismo está bajo una grave e inminente amenaza. En estos momentos, todavía no está confirmado que la OMC tendrá el presupuesto que necesita para desarrollar sus funciones, mientras que el Órgano de Apelación, el principal estamento en donde se solucionan las disputas comerciales entre los países, está a cuatro días de quedar totalmente inoperativo.
Esto, a pesar de que durante esta semana se logró un acuerdo parcial para aprobar las finanzas del organismo. “La OMC aprobó preliminarmente el presupuesto sin la objeción de Estados Unidos, por lo que parece que el problema puede llegar a resolverse, aunque no lo sabremos hasta la próxima semana. La cuestión de los nombramientos del Órgano de Apelación no se resolverá antes del 10 de diciembre, aunque es algo que ya se esperaba”, explica William Reinsch, asesor sénior del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).
En concreto, Estados Unidos ha venido bloqueando el nombramiento de nuevos jueces para esta rama, la cual en estos momentos cuenta con tres miembros, el mínimo para operar según las normas de la misma OMC. El problema es que uno de ellos dejará el puesto desde el martes próximo, por lo que quedarán tan solo dos magistrados.
Esto, por supuesto, será un duro golpe para el organismo y su relevancia a escala mundial. “La función de adjudicación de la OMC tendría una muerte lenta sin un Órgano de Apelación o un presupuesto, las cuales quedarían muy limitadas, pues las dos funciones principales restantes que seguirían funcionando son las negociaciones y la investigación”, apunta Raj Bhala, profesor distinguido de derecho internacional de la Universidad de Kansas.
No obstante, la crisis del comercio internacional se puede considerar que ya ha trascendido a la supervivencia o no de la OMC, pues que en estos momentos, sobreviva o no la organización, la manera de hacer intercambios entre los países, muy seguramente, no volverá a ser la misma.
“La guerra comercial entre los Estados Unidos y China ya está cambiando el sistema de comercio internacional tal y como lo conocemos, pues se trata de un pulso de gran importancia que se está librando al margen de la OMC”, afirma Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo-Center for Global Economy and Geopolitics, en Madrid.
De hecho, no solo los expertos señalan este punto de inflexión para los intercambios mundiales, sino que los mismos actores del interior de la industria son conscientes de que el tablero de juego en el que van a tener que competir ya es totalmente distinto. Para Javier Díaz, presidente de Analdex, el gremio de los exportadores en Colombia, “creo que inevitablemente el sistema de comercio que conocemos no va a sobrevivir, pues el multilateralismo está herido de muerte.
La reforma de la OMC propuesta por Europa no se ha logrado materializar, en particular la posibilidad de darle los dientes de los que hoy carece para hacer cumplir las reglas y los acuerdos a los que han llegado los países”. Además, como agrega el funcionario, esto supone un mayor golpe para economías pequeñas como la de Colombia.
“Para los países pequeños como el nuestro, un sistema multilateral resulta benéfico en especial para la resolución de diferencias. El que los conflictos comerciales se puedan dirimir en derecho y no por la fuerza resulta fundamental”.
Muchos de los expertos, de hecho, se han aventurado al afirmar que el comercio internacional está volviendo una vez más a la ‘ley de la selva’ o ‘el poder del más fuerte’, es decir, un nuevo paradigma en el que el que tenga más influencia o capacidad de presión será capaz de hacer valer sus intereses en detrimento de los países más débiles del mundo.
Es decir, un sistema claramente debilitado y en el que la incertidumbre va a ser la nueva normalidad. De acuerdo con Saz-Carranza, “vamos a tener un comercio internacional más débil, con una única instancia de resolución de disputas (los Grupos Especiales, como primera instancia), y perderemos un órgano que permitiría matizar y tener en cuenta si los países estaban acatando las decisiones o no.
Se plantea un escenario de menos certidumbre y más agresivo, en línea con la senda que ya hemos observado en los últimos años, que nos lleva gradualmente hacia un sistema de relaciones comerciales internacionales basado en el poder y no tanto en las instituciones y en las reglas”.
SI HAY OMC, ¿ENTONCES QUÉ?
Sin perder de vista la incertidumbre alrededor de qué pueda pasar finalmente con la OMC, pues cabe mencionar que aún puede lograrse un acuerdo para mantenerla operando, hay diversas teorías sobre qué tipo de estructuras pueden empezar a regir a partir de ahora en el comercio.
Por un lado, para Saz-Carranza, del EsadeGeo, “veremos la creación y el fortalecimiento de instituciones parciales, alternativas a la OMC, así como una creciente regulación de los flujos de inversión extranjera. Los nuevos tratados comerciales van a ser distintos a los que estábamos acostumbrados y tendrán condicionantes distintos. Además, la gobernanza basada en tarifas se queda obsoleta, y las cuestiones sociolaborales y medioambientales seguirán cobrando importancia”.
Pero esta no es la única opción, pues también existe la posibilidad de que se alcance un punto medio. En opinión de Reinsch, “creo que habrá más acuerdos plurilaterales como el Acuerdo de Contratación Pública, donde los beneficios se otorgan solo a los países que firman, y no a todos”.
Por su parte, Robert Gulotty, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Chicago, apunta a otra opción. “La OMC sin un proceso de apelación podría funcionar como el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) anterior a la Ronda de Uruguay. En ese momento, los estados no tenían un ‘derecho a un panel’, en cambio, cualquier miembro podría bloquear una decisión, incluso si se consideraban violados los compromisos.
En cierto sentido, esto sería una reversión a ese mundo, ya que cualquier estado que pierda una decisión podría apelar, y esa apelación quedaría estancada. Eso sí, la experiencia del GATT fue que la cooperación no era imposible, solo significaba que los estados tendrían que tomar represalias por su cuenta, fuera del sistema”.
Y también hay quienes se muestran más optimistas en cuanto al funcionamiento y relevancia futura de la OMC, incluso paralizada. Nelson Wiseman, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Toronto, considera que “la OMC no desaparecerá a pesar de que su funcionalidad puede ser limitada, pues la mayoría de los países seguirán cumpliendo con las normas establecidas. Creo que la mayor parte del mundo está tratando de esperar al fin de la presidencia de Trump para que llegue una administración normal”.
Asimismo, Bhala, de la Universidad de Kansas, agrega la idea de que la OMC seguirá existiendo como un foro de negociación. “De igual manera, la función de investigación persistirá, pero quién necesita la OMC para informes de investigación comercial, cuando ya existan otras organizaciones”.
Por último, Díaz, presidente del gremio exportador de Colombia, cree que en algún momento el comercio mundial tendrá una rehabilitación y se volverá a articular un sistema. “La magnitud de las pérdidas llevará en un futuro a que se intente restablecer un esquema multilateral”.
MUNDO DE BLOQUES
Si bien la globalización actual apunta a que haya una apertura más completa de los países y del comercio internacional, que destruya las barreras de cada economía y priorice el mercado mundial, muchos de los expertos creen que, precisamente, el nuevo paradigma de los intercambios se va a centrar en una mayor regionalización de las transacciones y en la construcción de más bloques concretos.
Uno de ellos, incluso, podría estar ligado con la situación actual, protagonizada por la guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales.
“Aunque no estoy seguro de que esto suceda finalmente, podemos entrar en una era en la que Estados Unidos y China anclan dos grandes bloques comerciales”, asegura Wiseman, de la Universidad de Toronto, aunque, eso sí, se muestra optimista al decir que “aunque el comercio internacional se ha desacelerado, no preveo un colapso completo en el sistema de comercio internacional, incluso si se produce una profunda recesión. La globalización es irreversible, se puede limitar solo en los bordes”.
Sumado a esto, Julian Ku, profesor de la Universidad de Hofstra y experto en resolución de disputas, apunta hacia esa construcción de bloques, aunque manteniendo la apertura.
“Creo que el mundo se verá más regionalizado en el futuro, aunque seguirá siendo un sistema comercial relativamente global en comparación, por ejemplo, con la mayor parte del siglo XX. Pero la idea de que un comercio más libre y de globalización es inevitable ya no es plausible en ninguna parte del mundo en estos días”, resalta.
Y, además, el panorama que espera para los próximos años no es el más optimista. “Creo que las esperanzas más idealistas de los partidarios del libre comercio se han desvanecido en los últimos años. Creo que todos debemos estar preparados para un sistema de comercio internacional mucho más restringido.
Aunque seguirá siendo muy abierto y globalizado, es poco probable que los niveles de comercio internacional crezcan a nivel mundial. Sin embargo, veremos un mayor crecimiento de las transacciones regionales, como en Asia, las Américas o África”, dice Ku, de la Universidad de Hofstra, en Nueva York.
A fin de cuentas, en lo que todos los expertos parecen coincidir es que, realmente, el sistema actual de comercio internacional ya ha cambiado para siempre, por lo que los países, como ocurre en el caso de Colombia, tendrán que hacerse a la idea de que tendrán que competir en un mundo en el que quizá las normas dejen de tener tanta fuerza y las disputas se solucionen a la fuerza.
Por el momento, el comercio internacional está gravemente golpeado a causa de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, una gran disputa que está haciendo que el crecimiento de los intercambios sea el menor desde hace años. Del final de esta situación dependerá que se tome un camino o el otro.
NO ES EL ÚNICO PROBLEMA
Tal como explica el profesor Bhala, la amenaza a la OMC no es el único reto. “La crisis central que enfrenta el sistema es una pérdida de fe de la mayoría de la población mundial de que el libre comercio los ayuda, en lugar de simplemente enriquecer a los privilegiados y, por lo tanto, exacerbar la desigualdad.
En resumen, se percibe que el sistema es plutocrático. A menos que esa perspectiva cambie a través de una atención significativa a las preocupaciones de justicia social, el riesgo de proteccionismo y, junto con él, el nacionalismo, empeorarán”.
https://www.portafolio.co/se-acabo-el-comercio-internacional-tal-y-como-lo-conocemos-536297
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