Llegó la Semana Santa. Y para los bogotanos será, una vez más, de padecimiento. Entrar y salir de la ciudad se ha convertido en un verdadero viacrucis. Cómo no recordar que hace cuatros años, en un evento en la Cámara de Comercio, los entonces candidatos a la alcaldía se comprometieron públicamente a dar solución definitiva a este problema. El más entusiasta, lo recuerdo muy bien, fue el doctor Peñalosa. Estamos a seis meses de elegir al próximo alcalde, y esta es la hora en que ni una sola de las obras ha sido licitada. Que se entienda bien, ni una sola.
Los proyectos eran muchos, en su casi totalidad de iniciativa privada, por lo que no requerían aportes de la Nación, y mucho menos del Distrito. En el plan que le entregamos al actual alcalde se encontraban la perimetral Oriente de Cundinamarca, la ampliación de la avenida Boyacá, la avenida Cerritos y la José Celestino Mutis, la vía Cota-Suba, los accesos a La Calera desde la carrera 7.ª, que incluían la conexión de la calle 170 con la mencionada perimetral; el túnel de la 153 y la conexión hacia el oriente en la carrera 7.ª con calle 100. También, la entrada por la calle 13 para empatar con la doble calzada a Facatativá, ya terminada por la Nación y cuya variante a Anapoima avanza a buen ritmo. Pero este corredor colapsa y se convierte en un verdadero caos al entrar a Bogotá.
Mención aparte merece el acceso norte, cuya ampliación, fuera del perímetro bogotano, la Nación firmó en diciembre de 2016 en presencia del alcalde, y en el cual está prevista también la ampliación de la carrera 7.ª hasta La Caro. Con la variante a Chía, esta obra quedará con 5 carriles en cada sentido, más ciclorruta y sendero peatonal. Y yo me pregunto: ¿qué va a pasar el próximo año cuando se pongan estas obras en servicio? ¿Cuándo se va a contratar el tramo del Distrito? El embudo al acercarse a la ciudad va a ser monumental. Es un hecho que esta obra le quedó grande al alcalde. En este corredor norte nos enorgullecemos de haber terminado la doble calzada a Tunja y las variantes de Tocancipá y Gachancipá, por tantos años postergadas.
El caso de la ALO también es muy diciente. Peñalosa lleva hablando de esta vía 20 años. La realidad es que ya se contrató el tercer carril Bogotá-Girardot, pero nada se logrará si seguimos con el monumental trancón en Soacha y a la entrada de la ciudad. En lo corrido del mandato del alcalde se ha estructurado el proyecto en dos oportunidades. Y ahora se ha vuelto a anunciar la licitación para el primer tramo, el cual muy posiblemente no se contratará comoquiera que aún hacen falta trámites en la ANI, la aprobación del consejo de ministros y que el IDU manifieste interés en suscribir el convenio, cosa que no ha hecho. Ni hablar del tramo centro o el tramo norte, ni pensarlo.
Está claro que a Peñalosa no le gustan los carros y nada hará por resolver los problemas de movilidad y circulación que agobian a los bogotanos. Pero, ahora que las campañas toman vuelo, es bueno y necesario que los candidatos se refieran a estos temas y expresen públicamente sus compromisos.
Quiero desear a todos mis conciudadanos una muy feliz Semana Santa. Mucha suerte al salir y quizás más al regresar a nuestra ciudad. No habrá manera de evitar el malestar y la frustración que todos sentimos, pero quizás yo más por haber creído en las promesas de Peñalosa y sus compromisos, todos incumplidos en materia de accesos a la capital.
Y todavía hay quienes dicen que es fácil ejecutar obras en este país. Lo fácil es decirlo. Para concretarlas se necesita tener interés, compromiso, conocimiento y mucha dedicación.
P. D. Al impagable y abusivo impuesto predial se suma ahora el de valorización, al que me opuse. Estas obras difícilmente las veremos ejecutadas, como ha sido la tradición con este gravamen.
GERMÁN VARGAS LLERA.
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